
Fte: REVISTA ExT ISSN 2250-7272
La ley nacional 26.657 de Salud Mental propone que “las adicciones deben ser
abordadas como parte integrante de las políticas en salud mental” por eso
nuestra propuesta de trabajar los derechos que se desprenden de las leyes de
salud mental con los grupos terapéuticos del Programa del Sol. Además
nuestra propuesta en el proyecto de extensión se plantea desnaturalizar
prácticas de los servicios de salud y estereotipos sociales que ubican a las
personas como sujetos de “no derecho” (dentro del ámbito de la salud
mental), pero en la práctica tuvimos que comenzar antes con otras
cuestiones. Esto debido a que las personas con las que trabajamos en los
talleres antes de ser personas con consumo problemático de drogas son
jóvenes (hombres, mujeres) insertos dentro de un entramado socio-cultural
que los moldea, los condiciona, los estructura de modo imperceptible y por
eso poderoso. La identidad, el lugar que ellos ocupan en el mundo se
evidencia como un espacio de incertidumbres donde “otros” (familiares,
amigos, vecinos, los medios, la sociedad) aparecen con un peso enorme para
llenarlo de certezas. ¿Cómo dicen los otros que soy? ¿Cómo quieren que
sea? ¿Cómo creo yo que debo ser? ¿Cómo creo que soy? Por eso antes de
trabajar con estereotipos y derechos en salud mental debimos problematizar
las definiciones y los lugares que esos otros asignan a los jóvenes con los que
trabajamos. Se realizaron actividades tendientes a reflexionar sobre el rol
social concedido a las mujeres, sobre las concepciones que circulan sobre las
mujeres que presentan consumo problemático de drogas. También se
problematizó la construcción social de la seguridad/inseguridad y se
identificaron las características que la sociedad asocia a la persona peligrosa y
sobre la construcción que los medios realizan respecto a todo lo anterior.
También se trabajó sobre los derechos de los jóvenes desde la “Convención
Iberoamericana de Derechos de los Jóvenes”. El énfasis en este proyecto se
encuentra en trabajar sobre los procesos de construcción discursiva que
operan en diferentes niveles y que asignan a las mujeres, al marginal, al
joven, a la persona con problemas de drogas un lugar, un ser y/o un deber ser
único y desvinculado de toda situación económica, social y política.
Trabajamos sobre que lo peligroso, lo violento, lo feo… no es propiedad de
ninguna persona en particular si no que son productos sociales y culturales y
de esa manera deben comprenderse.