domingo, 25 de marzo de 2012

Violencias del manicomio

Fte: Página 12
2 de Febrero de 2012


El autor examina la “indignidad” de las instituciones psiquiátricas, especialmente en la ciudad de Buenos Aires, poniendo el acento en quienes trabajan en ellas: en “la lógica discursiva que sustenta sus prácticas disciplinarias, la formación que recibieron y sostienen, la relación jerárquica entre ellos, la falta de una movilización organizada”. 

Por Santiago Gómez *



Cada vez que se trata el asunto de la salud mental en la CABA, lo primero que se menciona es el incumplimiento de la Ley 448, sancionada el 27 de julio de 2000. La 448 es una de las leyes más progresistas de la Argentina pero, al no existir una importante movilización social que propicie su cumplimiento, es letra muerta. En 2010 (“A diez años de la ley”. Página/12, 13 de mayo de ese año), la organización Colectivo 448 recordó que esa norma promueve la “desinstitucionalización progresiva, implementación de camas de internaciones breves y guardias interdisciplinarias en hospitales generales, casas de medio camino, hospitales de día, emprendimientos sociales y otros dispositivos sustitutivos”, advirtió que “las pautas incluidas en la Constitución de la ciudad de Buenos Aires habían generado una gran expectativa de transformación de un modelo de características asilares-custodiales, que históricamente ha sentenciado a la internación crónica y al trato indigno y alienante a miles de seres humanos”, y observó que “esta indignidad institucional también se proyecta sobre los trabajadores de la salud mental que intervienen en la atención, generando daños a su salud física y psíquica”.
El problema de la salud mental en la ciudad no es centralmente una cuestión de normas legales. El principal problema en el campo de la salud mental está entre los trabajadores, por el tipo de trabajo que realizan: la objetivación como método, la lógica discursiva en la que se sostienen sus prácticas disciplinarias, la formación que recibieron y sostienen, la relación jerárquica que entre ellos se establece, la falta de una movilización organizada con poder real de transformación de las condiciones institucionales, y todo esto en un contexto cultural donde la ciencia tiene poder de verdad.
El problema de la violencia de la objetivación, tan bien planteado tanto por Basaglia como por Foucault, es el mismo hoy que cuando se sancionó la ley, y será el de la gestión siguiente si no hay, por parte de los trabajadores, una voluntad sincera de poner en cuestión el trabajo que vienen realizando. ¿O fue un funcionario del Ejecutivo el que ató a la cama, hace más de tres años, a la nena que murió ahogada en su propio vómito en el Tobar García? ¿Por qué siempre son “el Borda y el Moyano”? ¿Por qué del Tobar no se habla? Porque, si se prestara atención al Hospital Infanto Juvenil Doctora Carolina Tobar García, habría que cerrar todo ya, y tendríamos que ir todos a declarar ante los tribunales internacionales de derechos humanos.
Pero, ¿acaso hay órdenes precisas del Ministerio de Salud porteño de “contener” –el sinónimo cínico de atar– a los pacientes? ¿La violencia de las prácticas se explica por cuestiones político-coyunturales o por la lógica del poder médico y psiquiátrico, en su forma de poder disciplinario?
¿Qué lleva a los trabajadores a naturalizar la violencia aplicada sobre los cuerpos de quienes están internados en instituciones psiquiátricas? Hasta el momento, creo, no hay denuncias hechas por trabajadores contra trabajadores por haber vulnerado derechos humanos de aquellos que padecen una internación. ¿O la responsabilidad subjetiva sólo es tema de los no profesionales? Escuché a varios muy preocupados por lo establecido en la nueva Ley Nacional de Salud Mental, respecto de la posibilidad de los trabajadores y familiares de presentar denuncias ante el Organo de Revisión. Recordemos que éste estará integrado por representantes ministeriales, trabajadores, familiares y asociaciones, y, de acuerdo con el artículo 40, inciso C de la ley, tendrá como función supervisar de oficio o por denuncia de particulares las condiciones de internación por razones de salud mental, en el ámbito público y privado.
En este conflicto, la obediencia es un factor fundamental. Ya antes de los controles a las internaciones que plantea la Ley Nacional de Salud Mental, las convenciones internacionales sobre derechos humanos eran herramientas legales que estaban a disposición de quien quisiera para exigir su aplicación. Es el caso de la Convención sobre los Derechos de Personas con Discapacidad, la Convención Interamericana para la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra las Personas con Discapacidad, las convenciones sobre derechos de los Niños y todas aquellas que actualmente tienen rango constitucional. Quien escribe esto padeció haber sido expulsado del Servicio de Internación en Crisis de Open Door, por haberse servido de esas convenciones y denunciado que compañeros trabajadores dejaron tres días atado a un hombre a una cama, produciéndole un cuadro de deshidratación que requirió una intervención clínica urgente. Otro hecho, cotidiano, de igual o mayor gravedad, era que los pedidos de informes periciales realizados por jueces fuesen directamente considerados como pedidos de internación, ampliándose así la cantidad de internos en el manicomio.
La mayoría de los trabajadores de la salud mental no piensa a quienes atienden como iguales. ¿En nombre de qué deben ser sometidos los trabajadores a realizar sus tareas bajo condiciones de violencia? ¿Cómo es posible que una jovencita o jovencito que comienza a trabajar reciba la violencia como herramienta de trabajo y que tantos la agarren y tan pocos la abandonen? No creo que sea una cuestión de malas intenciones, no ingresan todos con ese tipo de disciplinamiento. ¿Cómo es posible que tengan que ser testigos del aplastamiento de los cuerpos por el peso de la violencia institucional? Si nos pensamos iguales, tenemos que pelear y reclamar por los derechos de todos aquellos que se encuentran bajo el edificio manicomial. Acabar con la institucionalización de la violencia; con el arrasador peso de la autoridad.
Para esto, es necesario repensar la problemática del poder y discernir de qué discurso se sirve para ejercer esa violencia: se intenta vestir como terapéuticas prácticas punitivas. Recuerdo a Evaristo Pasquale, director de Salud Mental de Trieste, angustiado, luego de conocer Open Door, repitiendo: “Hace treinta años que no veía una persona atada a una cama”.
Franco Basaglia pidió “rechazar cualquier acto terapéutico siempre que tienda tan sólo a mitigar las reacciones del excluido hacia el excluyente”. Además, advirtió que la sociedad, ante la posibilidad de que se visualice su rostro violento, “ha encontrado un nuevo sistema: extender la concesión del poder a los técnicos que lo ejercerán en su nombre y que seguirán creando –a través de otras formas de violencia: la violencia técnica– nuevos excluidos. (...) La labor de estos intermediarios consistirá en mistificar la violencia a través de la técnica, sin llegar a cambiar por ello su naturaleza, de manera que el objeto de la violencia se adapte a la violencia de la que es objeto. (...) Analizando cuáles son las fuerzas que han podido actuar en profundidad sobre el enfermo hasta el punto de aniquilarle, se llega a la conclusión de que sólo una es capaz de provocar un daño tal: la autoridad” (F. Basaglia, La institución negada, Ed. Barral).
Las experiencias de desmanicomialización –como se la llamó en la provincia de Río Negro– o desinstitucionalización, llevadas adelante en el lugar del mundo que sea, sólo fueron posibles por la decisión política que tomaron quienes decidieron transformar las condiciones de relación entre sujetos que se establece con quienes son considerados locos, anormales, enfermos o el nombre que se le quiera poner. El problema es político, entendiendo la política como una acción de transformación social, y por lo tanto necesita una solución en ese sentido. La decisión puede no ser tomada por el Ejecutivo, sino por los trabajadores que, a través de la organización, estén dispuestos a construir el poder de transformar las prácticas que vienen realizando. Italia, Brasil y las distintas experiencias que se llevan adelante en la Argentina demuestran que sólo la organización vence al tiempo.
En la provincia de Río Negro, como en la de San Luis, hubo Ejecutivos que acompañaron los reclamos de actores involucrados en la problemática de la salud mental, que luchaban por una transformación.
En la provincia de Buenos Aires hay municipios que decidieron trabajar desde una perspectiva antimanicomial, que es perspectiva de proyecto nacional y popular. En el municipio de Moreno –en el cual me he formado–, desde la creación del primer servicio municipal de atención a la salud mental se combatió contra toda práctica de tipo objetivante en el abordaje del padecimiento subjetivo. Este municipio fue parte de la creación de la Red de Salud Mental del Oeste, en la que participan Morón, trabajadores de Tres de Febrero, Ituzaingó, La Matanza y funcionarios del ámbito nacional y provincial, así como también del Poder Judicial. Esto se hizo a partir de la conceptualización política de las prácticas en salud mental. No se los trata porque son enfermos, sino porque son sujetos. Porque son sujetos y ciudadanos no se los puede someter a las condiciones de existencia manicomiales, así que no se discute: el manicomio se tiene que cerrar: nada de andar preguntando bajo qué condiciones. ¿Qué puede ser peor para un ser humano que su vida en un manicomio? Sólo la vida en un campo de concentración puede ser peor. La vida carcelaria no es peor que el manicomio porque los presos suelen tener fecha de salida. El manicomio es la objetivación de un cuerpo, sometido a experiencias límite, en manos de la voluntad diaria de diversos trabajadores, de los cuales algunos son funcionarios.
* Psicoanalista.

Medicalización para someter al sujeto

Por Enrique Carpintero* (para La Tecl@ Eñe)  *Psicoanalista. Director de la revista y la editorial Topía. Su último libro recientemente publicado es: Enrique Carpintero (compilador), La subjetividad asediada. Medicalización para domesticar al sujeto, editorial Topía, 2011.

La medicalización es un término que se viene usando desde hace muchos años para demostrar los efectos en el acto médico de los factores políticos, sociales y económicos que intervienen en la producción, distribución y venta de las grandes industrias de tecnología médica y farmacológica 


La cultura del capitalismo mundializado ha llevado a que los bienes materiales e inmateriales tengan una cotización en la economía de mercado. Su único objetivo es la maximización de las ganancias. Pareciera que nada queda fuera de la llamada “ley del mercado”. Todo queda reducido a si es un buen o mal negocio. De allí que no puede sorprendernos que las prácticas de la salud queden subordinadas a los grandes intereses de las empresas de medicina. ”Ya no es la enfermedad -y la lucha contra el dolor y la muerte- el limite `natural` que hablita a la medicina a intervenir en el cuerpo. La salud es en gran parte un artículo más de consumo. No un objetivo, sino un medio de diferenciación social, como la vestimenta, el consumo suntuario o la calificación laboral”. (Marcelo Rodríguez, Historia de la salud. Relatos sobre el cuerpo, la medicina y la enfermedad en la sociedad occidental, Capital Intelectual, 2011) Esta situación deviene en la complejidad que actualmente debemos tener en cuenta cuando se receta un medicamento. La relación médico-paciente en el acto de hacer un diagnóstico y medicar esta atravesado por la medicalización de la vida cotidiana que conlleva cuestiones éticas y científicas. Aunque, como vamos a desarrollar en este breve artículo, estas son fundamentalmente económicas y políticas. 

La medicalización es un término que se viene usando desde hace muchos años para demostrar los efectos en el acto médico de los factores políticos, sociales y económicos que intervienen en la producción, distribución y venta de las grandes industrias de tecnología médica y farmacológica. Si nos ceñimos al campo del padecimiento subjetivo estos efectos son el resultado de algunas cuestiones que son necesarias entender. 

Una subjetividad sometida a los valores de la cultura dominante

El liberalismo -en su versión conservadora o progresista- pone la libertad como premisa del orden capitalista. Pero esta libertad, convertida a su vez en fundamento y en legitimación, es para el liberalismo primordialmente libertad económica en la medida en que todas las demás derivan de ella o se subordinan. La libertad es libertad para consumir sexo, celulares o futbol para todos. En el acto de consumir el sujeto cree encontrar ilusoriamente la satisfacción a su deseo. Este deseo es por definición omnipotente independientemente que se realice o no. Como principio o como amo este deseo lleva a una realidad que tiende a desbordarse y, por lo tanto es interminable e insaciable. Este exceso encuentra en la cultura hegemónica normas cuya idea de virtud es mantenerse “sano”. Para ello propone la ilusión de evitar lo que caracteriza la condición humana: nuestra finitud. De allí que procesos normales como el nacimiento, la adolescencia, la vejez, la sexualidad, el dolor y la muerte se presentan como patológicos a los cuales se les puede aplicar una medicación para su solución. De esta manera la búsqueda de la salud se transforma en una exigencia que en muchas ocasiones genera enfermos imaginarios de enfermedades creadas por los propios laboratorios. Por ello el ser humano saludable de nuestra actualidad es un oxímoron: todos los límites que se impone dependen del exceso en que vive y para cuya inexorable perpetuación se limita. (Vicente Serrano, La herida de Spinoza. Felicidad en la vida posmoderna, Anagrama, 2011). 

Las fabulosas ganancias de los grandes laboratorios

En este sentido la actual evolución de las biotecnologías, las neurociencias, las técnicas médicas y farmacológicas que pueden estar al servicio de la emancipación del sujeto se las utiliza para adaptarlo a la cultura del sometimiento. Por ello el medicamento que estaba exclusivamente al servicio del “arte de curar” hoy se lo ofrece como un objeto necesario de consumir para soportar las incertidumbres de un futuro que es vivido como catastrófico. Grandes campañas publicitarias en los medios de comunicación ofrecen las bondades de un medicamento como si fuera cualquier producto para consumir. La ingesta de remedios se ha naturalizado como una forma de vida. Ansiolíticos, analgésicos, laxantes, antiácidos y multivitamínicos no sólo se venden en las farmacias sino en quioscos y supermercados. Una consulta de la Universidad Maimónides y el Instituto Argentino de Atención Farmacéutica realizado a 3000 pacientes y 400 farmacéuticos muestran que el uso de medicamentos sin control médico adecuado conduce a que 100.000 personas se internan por esta causa en los hospitales públicos y más de 770 terminen muriendo. En EE.UU. se ha transformado en la tercera causa de muerte después de las enfermedades cardiovasculares y el cáncer. Los diferentes de factores que se ponen en juego para difundir la medicalización en la sociedad explican las fabulosas ganancias que tienen los grandes laboratorios, las cuales deben ser repartidas entre los diferentes actores que participan en este proceso. Un informe de la Asociación de Agentes de Propaganda Médica de la Argentina sostiene los siguientes datos: -La industria farmacéutica representa el 4,7% del valor agregado total y el 3,2% del valor bruto de producción. Es la 2da actividad de importancia en el valor agregado y la 8va en el monto de facturación. -La productividad por asalariado en la industria farmacéutica es mayor que en el conjunto industrial. En efecto, mientras cada asalariado de la industria farmacéutica produce por $72 mil al año de valor agregado, en el conjunto industrial lo hace por $59 mil al año. Es decir la productividad por asalariado en la industria farmacéutica es 20,8% superior al conjunto industrial. -Si se compara la explotación promedio que cada empresa del sector farmacéutico se apropia en relación con el salario promedio del sector, se derrumba ese lugar común instalado por las empresas del sector en el sentido de que “pagan los mejores salarios”. En efecto las ganancias promedio mensuales que cada empresa se apropia en industria farmacéutica equivalen a 85 sueldos promedios del sector. Dicho en términos sencillos esto supone que cada empresa ganan 85 veces más que lo que gana cada trabajador del sector. Este mismo indicador para el conjunto del sector industrial se ubica en 19,8. Es decir este indicador de explotación laboral es 329,4% superior en la industria farmacéutica que en el conjunto industrial. -La rentabilidad de las firmas se asientan sobre niveles de oligopolios y en algunos casos monopolios en la producción de una determinada droga por parte de los laboratorios que operan en el país. Un ejemplo basta para ilustrar esta situación. La droga Omeprazol es comercializada por el Laboratorio Astrazeneca (de origen sueco) a un precio final que excede en 33.130% su costo inicial. Así como leyeron. Pero podemos continuar. En drogas como la piroxicam, la amlodipina, la nifedipina, la enlapril el precio final de la droga supera entre un 4.000% y un 12.000% el costo de la misma. Medicamentos ampliamente consumidos por la población también presentan elevados precios finales en relación al costo de la droga, que denota el grado de concentración de la producción y distribución de los medicamentos de uso masivo. Tal es el caso del Lexotanil producido por el grupo extranjero Roche cuyo precio final supera en 2.258% el costo, como también el caso de su sustituto el Octanil (producido por el grupo local Bago) cuyo precio final supera el 2.165% su costo. 

Esta situación esta llevando a que millones de personas en nuestro país y en el mundo mueran por no poder acceder a tratamientos básicos o mueran de paludismo, chagas, dengue y tuberculosis. Es decir, enfermedades que no dan rédito económico ya que para evitarlas es necesario el trabajo preventivo y mejorar la calidad de vida de la población afectada. Para finalizar este apartado debemos decir que la excusa para estas fabulosas ganancias es que las mismas se reinvierten en investigación. La realidad es otra: la mayor inversión de estas empresas es para mantener la publicidad y el marketing que incluye congresos y diferentes remuneraciones a los profesionales para que receten sus productos. 

La psiquiatrización de la subjetividad

Este monopolio médico-tecnológico da lugar a modelos neopositivistas donde la única valoración es la biología como determinante del proceso salud-enfermedad. Es decir se deja de lado una subjetividad construida en la relación con el otro en el interior de una cultura. Desde allí no se piensa en enfermos sino en enfermedades de pacientes que pueden pagar los altos costos de la tecnología médico-farmacológica. En el campo de la salud mental esta situación llevo a psiquiatrizar la subjetividad. La psiquiatría hegemónica a partir de los adelantos en neurología y la genética y bajo la influencia de una concepción conductista se dedica a clasificar enfermedades y diagnosticar trastornos para aplicar la correspondiente medicación. Para ello utiliza el Manual de Estadística y Diagnóstico de los Trastorno Mentales (DSM IV) como única referencia “científica”. Este es un manual basado en el esquema de síntomas-diagnóstico-tratamiento elaborado a partir de las neurociencias y el uso de psicotrópicos realizado por la American Pychiatric Association que se ha tomado como referencia a nivel mundial. Su objetivo no es organizar un tratamiento psicoterapéutico sino clasificar cada trastorno para poder aplicar la droga correspondiente: trastorno de aprendizaje con déficit de atención,Ritalina; depresión, Fluoxetina; ansiedad generalizada, Lorazepam y así sucesivamente. (leer el Manifiesto de Buenos Aires: por un abordaje subjetivante del sufrimiento psíquico en niños y adolescentes en www.topia.com.ar ) En la actualidad se esta preparando en EEUU la versión del DSM V y Allen Frances, uno de los autores de la versión del DSM IV, es decir un médico que esta en la “cocina” de la preparación de estos “diagnósticos”, advierte con mucha claridad: “Nuevos diagnósticos que podrían ser extremadamente comunes en la población general (especialmente después del marketing de una siempre alerta industria farmacéutica). Umbrales diagnósticos más bajos para muchos desórdenes existentes. El DSM-V podría crear decenas de millones de nuevos mal identificados pacientes `falsos positivos` exacerbando así, en alto grado, los problemas causados por un ya demasiado inclusivo DSM-IV. Habría excesivos tratamientos masivos con medicaciones innecesarias, caras, y a menudo bastante dañinas. El DSM-V aparece promoviendo lo que más hemos temido: la inclusión de muchas variantes normales bajo la rúbrica de enfermedad mental, con el resultado de que el concepto central de `trastorno mental` resulta enormemente indeterminado”. (leer en Enrique Carpintero, compilador, La subjetividad asediada. Medicalización para domesticar al sujeto, editorial Topía, 2011). También la locura se redujo nuevamente a sus componentes biológicos. Hoy el loco no es un sujeto con el que se establece una relación terapéutica, sino que se ha convertido en un objeto cuyos síntomas pueden ser tratados químicamente si tiene dinero para pagar los psicofármacos de última generación. Si es pobre será enviado a un manicomio. Esta situación ha llevado a dejar de lado años de trabajo teórico y prácticas clínicas en el campo de la Salud Mental para reducir la subjetividad exclusivamente a estímulos neuronales. 

Para finalizar podemos decir que los ricos no sólo viven mejor que los pobres, viven más tiempo. Uno de los datos de la desigualdad es cuánto se vive y cuanto se sobrevive a la enfermedad y al riesgo. Como venimos diciendo en anteriores artículos la protección de la vida es una tarea de los gobiernos por que las circunstancias de que la gente viva o muera es un hecho político. Si se deja que las condiciones de vida, la enfermedad y la muerte este en manos de los votos o de las leyes del mercado, las familias pobres no pueden sobrevivir. Esta es la función de un Estado que represente los intereses de la mayoría de la población. Sin embargo la lógica del capital desnuda un Estado que no es objetivo, sino que defiende los intereses de los sectores empresarios, al no garantizar las leyes que protejan a los sectores de menores recursos. Un ejemplo es que luego de once años de ser sancionada la Ley 448 de Salud Mental de la CABA todavía no se aplica. Lo mismo ocurre con al Ley Nacional de Salud Mental luego de un año de ser sancionada. Su resultado es la precarización de las redes sociales y los hospitales públicos donde la cultura dominante sólo ofrece la ilusión del consumo. De esta manera la medicalización es la respuesta que permite sostener la fragmentación de las identidades individuales y colectivas. Para eliminar sus consecuencias no es suficiente con una condena moral o un cuestionamiento científico ya que estas reproducen el modelo social y económico. Plantear su necesaria transformación requiere tener en cuenta que los sectores dominantes crean sus instrumentos de poder, de civilización y de cultura, así como los medios para realizarlos. De allí que el problema es político y la respuesta debe ser política. 

Yo sé que estoy piantao


Fte: PAGINA 12
DOMINGO, 19 DE FEBRERO DE 2012

No contenta con su derrotero clásico de enfermedades mentales –esquizofrenia, bipolaridad, trastorno de personalidad, depresión, entre tantos otros etcéteras–, la Asociación Psiquiátrica Americana se aburrió e inventó nuevas. Así, hoy día, ser tímido, estar afligido o ser excéntrico ya son patologías dignas de pastilla y tratamiento. Así lo indicará la próxima edición revisada del mundialmente conocido Manual Diagnóstico y Estadístico de los Trastornos Mentales, el DSM-5, que se publicará en mayo de 2013 e incluirá, además, el “trastorno de oposición desafiante” (para niñatos desobedientes) y reducirá a “depresión patológica” a la previsible tristeza de alguien que acaba de sufrir la muerte de un familiar, amigo o persona cercana; nada de “reacción humana normal”. ¿Se salvará alguien de un diagnóstico?
El libro contiene descripciones, síntomas y otros criterios de “detección” y es frecuentemente consultado por miles y miles de psicólogos y psiquiatras en el mundo que, desde el año próximo, habrán ensanchado su cartera de enfermedades. Por suerte, algunos especialistas están preocupados: “La nueva revisión podría expandir radical y descuidadamente los límites de la psiquiatría”, explicó Allen Frances, profesor emérito de la Universidad de Duke, presidente del comité que supervisó la versión previa del DSM. Y agregó su inquietud frente a la “criminalidad y medicalización de la normalidad y la diferencia individual”.
No está solo: más de 11 mil profesionales han firmado una petición para detener el lanzamiento del manual, argumentando que la propuesta del libro exacerbará los problemas de quienes quieren encajar y, a su vez, devaluará las verdaderas enfermedades mentales. Otros van más lejos: están preocupados porque, frente a la exageración, se los empiece a considerar obsoletos. Al fin de cuentas, si todos están locos, ¿quién necesita tratamiento?

Enfermedad Mental y Estigma -video-







Este vídeo forma parte de una campaña de sensibilización para reducir el prejuicio contra las personas afectadas por alguna enfermedad mental, que está llevando a cabo la Asociación Avelaiña, de ayuda a personas con enfermedad mental, ubicada en A Guarda, Pontevedra, España. 



sábado, 24 de marzo de 2012

Controlarán que se cumpla la Ley de Salud Mental

Fte: Diario Comercio y Justicia
2 de Noviembre de 2011

Se trata de un órgano de control ciudadano que medirá y evaluará técnicamente la ejecución de programas y fondos que garanticen los derechos que establece la reciente ley 9848.Profesionales y trabajadores de la salud mental, cátedras y unidades académicas universitarias, organizaciones de la sociedad civil y del Estado nucleados en la Mesa de Salud Mental y Derechos Humanos lanzaron públicamente un observatorio para controlar y monitorear el cumplimiento de la reciente ley provincial 9848 de salud mental.Se trata de una experiencia única en el país.Cabe recordar que la mesa viene trabajando desde 2007 en el tema y que incluso había presentado un anteproyecto de ley que incluía un organismo de control ciudadano, punto que fue descartado al momento de la aprobación de la norma en la Unicameral. Tras ese desenlace, se propuso avanzar en la definición de estrategias para incidir en la garantía de los derechos que contempla la normativa.“Desde allí pensamos múltiples estrategias para incidir, controlar y monitorear el efectivo cumplimiento de la ley de salud mental y una de ellas es el observatorio. Se trata de un organismo político- técnico, con la idea de producir información. Hay un déficit muy grande al respecto en salud en general, y en salud mental en particular. Lo segundo, es monitorear que se vayan cumpliendo lo que está puesto en la ley para que no sea una cláusula dormida como pasó con otras leyes. Vamos a vigilar, controlar, que no se desvíe ni se viole su espíritu. La idea es incidir en las políticas públicas de salud mental”, explicó a Comercio y Justicia Jacinta Burijovich, una de las referentes de la mesa e integrante del área de investigación del Hospital Neurosiquiátrico provincial y del Instituto de Investigación y Formación de Administración Pública (IIFAP-UNC).Según explicó, una parte “importante” del observatorio es la construcción de un sistema de indicadores que no son sólo sanitarios sino también de salud mental con enfoque de derechos humanos. “Con los indicadores se monitorea: cuáles son los programas que se están llevando adelante; cuáles son los fondos que se utilizan para sostener estos programas; si se desarrollan competencias y habilidades para que el personal que lleva adelante esas tareas sea idóneo; si hay mecanismos de exigibilidad de un derecho si no se está cumpliendo y hasta cuestiones más concretas, como el tiempo de estancia de hospitalización y el número de defunciones de pacientes ocurridos durante la internaciones”, detalló.
Cómo denunciar
Una de las formas en que se expresará el observatorio será una página web que en los próximos días estará on line. Allí, además de poder consultarse todo el entramado legal en torno a los derechos en salud mental, habrá información y formularios mediante los cuales la gente va a poder denunciar, plantear quejas y también subir buenas prácticas en la materia. Así lo explicó Stella Regis, otra de las referentes de la mesa y de la Escuela de Ciencias de la Información de la UNC, quien -junto a Burijovich- presentó el observatorio. Cabe detallar que la iniciativa ganó una convocatoria de financiamiento del Ministerio de Ciencia y Tecnología provincial.
Bajo la lupa
Uno de los temas que hoy preocupa a los impulsores del observatorio es la reglamentación de la ley que -según señalaron- “se hizo entre gallos y medianoche, sin un proceso participativo”.En la mesa están evaluando, junto a abogados, una presentación de inconstitucionalidad sobre la reglamentación, específicamente en lo referido a lo reglamentado sobre el artículo 37 de la ley que es el que habla de la prohibición de la creación de nuevos manicomios. Según advirtieron, la reglamentación abrió la puerta a una excepción para el caso de niños, adolescentes y adictos, “con lo que la reglamentación termina violando el espíritu de la ley que es que no existan más internaciones monovalentes ni instituciones psiquiátricas monovalentes de internación prolongada”, insistió Burijovich.En este sentido, manifestaron su preocupación por la reciente creación del Centro de Atención Integral para Adolescentes José Ingenieros “que tiene 29 camas y que está habilitado por la reglamentación del artículo 37”. “La creación de este centro viola absolutamente la letra y el espíritu de la Ley de Salud Mental que prohíbe expresamente el artículo 37. Estamos discutiendo que esa reglamentación es inconstitucional, porque no puede el Poder Ejecutivo avanzar sobre el Legislativo, si el espíritu del legislativo es la no apertura de nuevos manicomios; esto es grave”. 

Libro: "El Manicomio" de Fernando Ceballos


EL MANICOMIO Fernando Ceballos EDUVIM Villa María 1º Ed 2009
La maquinaria



“El manicomio, por su papel simbólico y real, constituye otra de las piezas esenciales del proyecto médico-político de sometimiento y desposesión de los sujetos. En nuestra práctica en la Colonia Psiquiátrica de Oliveros nos vemos confrontados a diario con la encrucijada ética que significa proponernos la lucha por la sustitución del manicomio y por la construcción de alternativas no represivas en la atención de los pacientes.”
Eduardo Cuadrado, psicólogo, Rosario, provincia de Santa Fe, 2004.

“...y si para paliar nuestros propios conflictos, a fin de no dejarlos que se conviertan en crisis, debemos desnudar aspectos de nuestra personalidad que no nos gustan, pues decorosamente saquemos fuerza de flaquezas, pero hagámoslo, nada puede ser peor que el silencio. Porque lo que ahora se nos manifiesta como síntoma, el día de mañana será patología”.
José Galán, enfermero de la Colonia Psiquiátrica de Oliveros de la provincia de Santa Fe 2002.



El pensamiento conservador del neoliberalismo, que dominó a su antojo y en soledad las políticas públicas de nuestro país y del mundo durante el último cuarto del siglo XX, conformó una cultura de solos sustentada en el miedo, el odio, la avaricia y la mortificación. Por cierto, esta realidad colonizadora de subjetividades le ha dejado al capitalismo cuantiosos dividendos y, es por ello que, muy difícilmente le interese corregirla, por el contrario, éste debe ser el escenario para que siga existiendo todo su aparato de opresión. No es sólo la acumulación de capital lo que hace que el capitalismo sobreviva y se extienda, llegando a la increíble hegemonía que disfruta tras el paso del milenio. Es en el campo de la producción de la subjetividad donde el capitalismo juega su carta fundamental desarrollando nuevos métodos de control sutil sobre corazones y mentes. El sentido de la dominación, se hace plenamente visible en las situaciones en las que la práctica dominante opera como ordenador simbólico, imponiendo un código, el lenguaje de la situación; así este accionar le asigna sentido al mundo.

Existe para los latinoamericanos un sistema, un proyecto que viene desarrollándose desde hace más de 500 años, desde el mismísimo momento en que fuimos colonizados. Modos de subjetivación que irrumpen en la vida cotidiana a través de sutiles sometimientos y victimizaciones. Dos modelos eternizan la dominación del sur, que es fundamentalmente cultural y, afectan la identidad de los pueblos: el de educación y el de salud: la “colonización pedagógica” de que habla Arturo Jauretche,para que el país se venga zonzo. Un pueblo ignorante y enfermo es más fácil de someter. Estos sistemas que se confunden intencionalmente con la ideología cultural y operan en las estructuras mentales produciendo un proceso de deculturación, tenían (y siguen teniendo) como emblema discursivo: “la negación del otro, como ser libre”. Un Otricidio, a decir de Marta Gerez Ambertín. Así se fueron sucediendo distintos acontecimientos que dieron como resultado este aparato capitalista que dentro de su cotidianidad tiene como acción “cosificar al hombre”.  Enrique Dussel hablando sobre la inmoralidad de la conquista nos dice, “...sólo utilizando categorías distintas, que permitan comprender como el mal es justamente la negación de la distinción, es como podemos entender ahora el mal de la conquista de América... el español se encontró con el Otro, con el rostro del indio y, desde su mundo, no respetó al Otro, sino que tomó al indio y lo introdujo en su mundo como instrumento a su disposición.”

Este aprendizaje de desvalorización subjetiva continúa en la actualidad en diferentes espacios disciplinadores de la comunidad, y tienen como esencia el control de lo humano del hombre, el control de su instinto, de su deseo, sus gestos, su palabra. Esta maquinaria impersonal siempre está omnipresente desde el poder de turno organizando las pronunciaciones dominantes y estableciendo el orden, las voces y los saberes, los movimientos y las emociones adecuados a dicho régimen.  Así se delimita una producción de subjetividad capitalista, una subjetividad moldeada, fabricada y consumida en cada paso que damos. Todo este aparato cultural devastador del deseo que organiza la abundancia de la riqueza de unos pocos, y la abundancia de la carencia y las necesidades de muchos, se inscribe en dispositivos y mecanismos de normalización a través de toda una serie de instituciones disciplinadoras de la educación, de la salud, de la justicia -entre otros derechos de las personas-  que controlan el interior de la sociedad detectando a los diferentes para su corrección.
El manicomio ha sido -y sigue siendo- una de éstas instituciones; quizás una de las más “perfectas” a lo largo de toda la historia de la “sujeción” de la locura, así como también de toda una gama de marginales que “ensucian” la comunidad. Representa el corazón mismo de la sanción que, históricamente, ha etiquetado y discriminado al distinto a través de tecnologías disciplinarias que individualizan los cuerpos potenciando al mismo tiempo, su utilidad y su docilidad. En el interior de éste dispositivo normalizador “aparecen” cada vez  más personas, que el exterior cada vez más se encarga de “desaparecer”. Un adentro lleno de afuera, que excluye a los diferentes que no encajan en una sociedad cada vez más desencajada.

Los rostros del manicomio, son rostros iguales, de miradas que imploran ser miradas, de bocas que hablan un idioma “indescifrable” para el afuera, de cuerpos que esperan por abrazos y reconocimiento humano, de pies que sólo caminan el derrotero de instituciones que enloquecen. Son los rostros de los pobres de la historia. Son los rostros de los desposeídos de todo. Son los rostros de la globalización y del capitalismo con su doble industria de ambiciosos y desamparados que produce subjetividades ajustadas a las formas de los que dominan. Son los rostros, como dice Oscar Sotolano de esa “cultura triunfante del malestar que promociona una ética y una estética de la maldad, del cinismo y de la decepción que condena al deseo al nivel del vínculo entre el hombre y las cosas(o los hombres devenidos cosas)”. Es la pobreza más pobre. Es la pobreza sin esperanza. Son almas pobres que han perdido todo, y han ganado una nosografía psiquiátrica que clasifica su dolor y su sufrimiento y, los confina al encierro como única respuesta cruel que envilece sus vidas. “El manicomio no es simplemente un dispositivo más dentro de los dispositivos de salud: representa, simbólica y realmente, el producto de una construcción histórico-social correlativa a la existencia del capitalismo” (Eduardo Cuadrado, 2004 Rosario). Los que habitan esta institución son el producto que se ha desviado de la norma para convertirse en enfermedad referenciada médica, legal y moralmente por la sociedad.

Esa lógica que ha gobernado el encierro de la locura desde su historia y, ha producido su proceso de psiquiatrización y medicalización está vigente hoy más que nunca. Hoy el manicomio “goza de buena salud”. Esta estructura, como la globalización, tiene también a sus ambiciosos y sus desamparados como haciendo un correlato con el “afuera”. Ambiciosos que ejercen un poder correccional y de normalización disciplinaria, con un beneficio político y eventualmente cierta utilidad económica que ayudó a solidificar el sistema. Desamparados que son corregidos, enderezados, subjetivados moral, legal y médicamente.

 “¿Por qué no se puede salir del asilo? Se pregunta Foucault, y a su vez se responde, “no se puede salir del asilo, no porque la salida esté lejos, sino porque la entrada está demasiado cerca. Nunca se deja de entrar a él, y cada uno de esos encuentros, y cada uno de esos enfrentamientos entre el médico y el enfermo vuelven a poner en marcha, repiten de manera indefinida ese acto fundador, ese acto inicial a través del cual la locura va a existir como realidad y el psiquiatra  como médico, y el asilo como exclusión. Aunque enteramente separado, el asilo, debe ser en sí mismo una reproducción de la realidad misma. Acá adentro hay un “afuera” que ya no tiene “afuera”. No hay retorno, y si existe es siempre hacia el “adentro”. Los locos siempre están retornando al loquero.
-Cuando estoy adentro me parece durísimo, cuando estoy afuera lo extraño. Uno se termina adaptando al hospital, muchas veces el afuera es terrible, dice Cristian que “apenas” tiene meses de internación en el  hospicio más grande de la provincia de Córdoba.

A partir del surgimiento de las instituciones asilares y de encierro, más allá de “la idea de libertad total”que manifestaba Cabred, se convirtieron en verdaderos pueblos de locos a los cuales siempre fue fácil ingresar pero penosamente difícil salir. Y a partir de 1900 comienza en nuestro país, un vasto proceso de medicalización del diferente que terminará trasformando al loco en un enfermo mental, y a la locura como objeto de estudio médico con toda una práctica de diagnóstico y encierro, psiquiatrización y judicialización que justifiquen una intervención psiquiátrica. Así el alienismo argentino, devenido hoy en psiquiatría, inventó, modeló y recortó -copiando modelos europeos- su propio objeto de estudio: la enfermedad mental. El conocimiento científico se apersonó en los discursos de verdad de la razón, no sólo para clasificar la peligrosidad del loco; sino también su incompatibilidad social, y de esa manera justificar su encierro. Así, el encierro posee mucho más una significación moral que una significación clínica o médica.

Para Foucault, dos características fundamentales determinaron lo que él dio en llamar la “clínica de la locura”, primero fue la exclusión con sus estamentos administrativos y el asilo como su instrumento de destierro y marginación más eficaz; y luego el “higienismo” (en busca de una cura) a través de sus discursos teórico-prácticos fue construyendo las grandes categorías clínicas de la locura, las nuevas grillas de clasificación e identificación de la “enfermedad mental”. Así emergen la gran nosografía psiquiátrica del siglo XIX, y la exclusión se complementa con el modelo “alienista” determinando una “seudociencia” que lejos de llegar a una verdadera cura, ejercía un poder restrictivo sobre el “alienado”. Todo lo que se inscribe dentro del marco del asilo, sólo permite la supervivencia de éste, pero no su reforma.

¿Por qué el manicomio? ¿Cómo hacer para interpelar esa estructura mental que ha perdurado tantos años delineando prácticas y teorías? ¿Porqué es más fácil “acomodarse” desde lo manicomial? ¿Por qué es más fácil dependizar a las personas? ¿Porqué es más fácil estructurar muchas vidas, hacerlas iguales, sin tener en cuenta esas vidas? ¿Por qué los que “curan” lo “sostienen”?

Cuando decimos manicomio no nos quedamos solamente con esas estructuras edilicias tipo fortalezas que impresionan por sus enormes puertas, amplias habitaciones y grandes galerías. Cuando decimos manicomio nos estamos refiriendo, sobre todo, a toda una gama de estructuras teóricas, jurídicas e ideológicas que delimitan prácticas represivas y moralistas que se “encarnan” en el cuerpo de manera durable bajo las formas de disposiciones permanentes y que están enquistadas en la misma comunidad. Esto incluye todo lo que la persona es capaz de adquirir, de internalizar, en fin, de in-corporar: no sólo conocimientos y competencias, creencias y visiones del mundo sino también sistemas de esquemas lógicos, prácticos, gestuales y posturales. En este habitus (a decir de Bourdieu), se predispone una determinada forma que guía la conducta y las competencias (destrezas, conocimientos, habilidades, el discurso, etc.) y, la anima a engendrar prácticas sostenedoras y saberes adaptados al aparato asilar.
Esta modalidad capitalista de producción de subjetividad tiene relaciones de interdependencia con el Estado, a través de una serie de instituciones que tienen la misión “disciplinadora” de imponer un “modelo ideal” a través de un “tratamiento ortopédico”. Así, aparecen instituciones penitenciarias para reconvertir a esos residuos de la sociedad: los delincuentes; instituciones sanitarias para curar a los residuos de la humanidad en general: los locos; e  instituciones educativas para civilizar a los residuos de la historia: los pueblos colonizados. El individuo, en el marco de estas lógicas normalizadoras pareciera que no dejara de transitar de un espacio cerrado a otro, cada uno con sus leyes: la familia, la escuela, la fábrica, de vez en cuando el hospital, y eventualmente la prisión.

Se establecen prácticas subjetivadoras que normalizan e higienizan en pos del progreso y la civilización delineando de esta manera una sociedad “pulcra” y “derecha” que niega identidades culturales forjando territorios masificados “mansos y tranquilos”. Quizás el manicomio sea el ejemplo más cabal de ello, “monumento” de la corrupción, de la negación de la palabra del otro, de la categorización social de un sujeto devenido en objeto de la ciencia, de un poder “policial-psiquiátrico” sustentado en premios y castigos para aquellos que “se portan bien” y aquellos “que se portan mal”; en fin, de una confinación y por ende expulsión lisa y llana del “enfermo mental” del mundo “razonable”.

Maud Mannoni reflexiona y nos dice: “hoy, como ayer, oscilamos entre las dos alternativas de esta elección: o conservarlo en la familia o transferirlo al asilo. No es preciso ya insistir en la nocividad del medio familiar, pero el asilo tampoco es una solución. ¿Qué hacer? ¿Cambiar la sociedad, soñar en construir otra, en la cual los locos encontrarían un lugar más justo?... es posible concebir otros métodos de protección menos crueles y menos ruinosos... el mundo de hoy admite mal a los soñadores y a los ´artistas` improductivos. No tienen otra elección que la del asilo, único lugar en el que la locura es permitida (permitida en el seno de estructuras que la fijan, la locura se metamorfosea allí en monumento para la psiquiatría). Pero ¿Qué es lo que nos lleva a nosotros, los que curamos, a reunirnos con ellos dentro de esos muros? Solamente si respondemos a esta pregunta podremos plantearnos otra que Freud dejara sin respuesta: ¿Qué es la locura? ”.

CHALECO QUIMICO PARA TRAVIESAS


Fte: PAGINA 12. 
VIERNES, 9 DE MARZO DE 2012
SALUD

Desde la década del ’90 se volvió una costumbre medicar a los niños y niñas que no encajan en las expectativas de sus padres, madres o maestras y que suelen ser rápidamente diagnosticados siguiendo el manual de Diagnóstico y Estadística de Trastornos Mentales que desde Estados Unidos se impone como guía en buena parte del mundo. Una respuesta tóxica para las dificultades de atención de quienes nacen en un mundo regido por la tecnología, pero se les sigue enseñando con métodos de dos siglos atrás.

Por Luciana Peker

La cultura digital se vuelve vertiginosa y el vértigo de la infancia, enemigo de la seguridad moderna. Los ojos se tienen que mover todo el tiempo. Pero las nenas tienen que estar quietitas. Las que no lo hacen, molestan. Y si molestan –y molestan mucho–, la solución es medicalizarlas. La tendencia a patologizar la infancia arrancó en los noventa. Ahora sigue creciendo. Con algunos hechos que sirven como fertilizante: la escuela sigue quieta, la tecnología es como un hechizo y las nenas ya no son sólo desatentas sino que ahora son casi tan hiperactivas como los varones. La equidad genera que se iguale para abajo en el diagnóstico y el (mal) remedio: medicar el aburrimiento o los hechos traumáticos –como la violencia familiar o los abusos sexuales– que se esconden detrás de los síntomas que se pretende enmascarar con pastillas.
“Al principio a las nenas las diagnosticaban como distraídas (ADD). Era el estereotipo de la nena fantasiosa que está en la luna, pero no hiperactivas (ADHD), eso les tocaba a los varones porque se supone que son más movedizos. No se podía ver que hay cuestiones de género como, por ejemplo, que a los varones les está permitido expresarse con el cuerpo y que lo pasivo está inmediatamente asociado a lo femenino. Sin embargo, la psiquiatría norteamericana todo lo atribuye a lo biológico y no a los estereotipos de género. Igualmente, ahora estamos viendo cambios, como por ejemplo, cada vez más nenas hiperactivas con ADD con H. No nos alegra el cambio porque ellas también la ligan con medicación. Las nuevas generaciones son muy distintas y las nenas tienen tantos problemas de conducta como los varones. Hace treinta años, en un gabinete psicopedagógico de una escuela, era una rareza que viniera una alumna. Actualmente, no es de igual a igual, pero no pasa una semana sin que sea derivada alguna”, dispara Gabriela Dueñas, que antologó La patologización de la infancia ¿Niños o síndromes? para Editorial Noveduc. También recogió diversos artículos, junto a León Benasayaga en Invención de enfermedades, traiciones a la salud y a la educación. La medicalización de la vida contemporánea. Mientras que ADDH. Niños con déficit de atención e hiperactividad ¿Una patología de mercado? es una mirada alternativa con enfoque multidisciplinario en el que escribió junto a Juan Vasen y Mariana Carbajal (periodista de Página/12), entre otros autores.
Dueñas, además, terminó su Licenciatura en Educación con una tesis sobre “Los discursos de género en las maestras de escuelas católicas”. El discurso del docente produce efectos. Si en un patio una maestra se cruzaba con dos chicos empujándose les decía que no se lastimaran y, en cambio, a dos chicas las retaba: “¡Les parece que una señorita se esté agarrando a piñas!”. Ahora eso cambió. Y estamos viendo nenas con hiperactividad, pero no es para festejarlo”, advierte.
No se trata de un futuro de mujeres más empoderadas, sino más dominadas por los laboratorios. ¿Tanto? Tanto como la diferencia entre la posibilidad de medicar para poder tratar a un niño o niña con un cuadro de angustia crítico y de medicalizar para neutralizarlo/a. “No cuestiono la medicación, sino la medicalización, que es el abuso de la medicación. Hay avances en medicina y se mejoró la calidad de vida de los sujetos. Por eso, cuando no hay otro remedio, se apela, de manera transitoria, a una droga”, propone sin descartar los avances científicos para un tratamiento eficaz. El tema es cuando se pasa de una situación en que no queda más remedio a cuando hay sobredosis de remedios. “La medicalización actual es una forma de disciplinamiento posmoderno. Antes se los castigaba. Ahora a los niños que no prestan atención en clase o no hacen caso se los aquieta químicamente.”
Dueñas es psicopedagoga y Licenciada en Educación. Además, integrante del grupo forumadd, que se dedica a cuestionar la catalogación de la indisciplina escolar como una patología made in USA y con una solución peligrosa. “Desde hace varios años se hacen diagnósticos en base a un manual estadístico de trastornos mentales que nos mandan de Estados Unidos, donde a toda dificultad o problemática se la llama trastorno y se los explica a partir de supuestas deficiencias neurológicas de carácter biológico en el que se omite la historia y condiciones de vida del sujeto insistiendo en que todo se explica a través de los neurotransmisores. Supongamos que estás triste porque se te murió un ser querido: a esa tristeza el manual la transforma en depresión, pero esa tristeza es un duelo y es normal y, entonces, miramos como enfermo algo que no es enfermedad. Luego se le indica al paciente un antidepresivo que te va a hacer sentir menos triste mientras dure el efecto en sangre. A partir de ahí nació la industria de tener un remedio y después inventar la enfermedad”, denuncia.
¿Qué es el ADD?
–El ADD (deficiencia atencional con o sin hiperactividad) es el caso testigo de la medicalización de la infancia y se manifiesta según el manual estadístico de trastornos mentales que está escrito por la Asociación de Psiquiatras Americanos que, según denuncias, son socios de los laboratorios multinacionales. Para este manual, entre 5 y 8 por ciento de los chicos y chicas padecería este déficit. En el 2012 sale un nuevo volumen que amplía la cantidad de trastornos mentales con los que casi todos podríamos identificarnos.
Pero es cierto que a las maestras les cuesta que los chicos presten atención en clase...
–En general, los chicos de hoy son muchos más desatentos e hiperactivos que antes. Cuanto menos se adecua la escuela a las características de las nuevas generaciones, más ADD va a existir. Los nativos digitales están acostumbrados a la atención multifocal en función de las nuevas tecnologías y la escuela pública o privada conserva el mismo formato, clima cultural, recursos, que desde su fundación. El mismo escenario: una maestra al frente con tiza (o marcador) y pizarrón, a los que se supone que los chicos tienen que prestarle atención por 40 minutos. Hay un abismo entre los niños y las escuelas. Sin embargo, eso no se puede solucionar con una anfetamina que se da con receta triplicada. Los niños molestan y esto les joroba a los adultos. Pero la verdad es que un niño sano molesta. En los programas de adiestramiento conductual que se complementan con psicofármacos los adiestran para que no molesten. Con estas perspectivas biologicistas, la sociedad se saca la responsabilidad de encima. En este sentido, la dificultad para prestar atención en clases es un síntoma que nos está desafiando a los adultos. La solución fácil es tapar el síntoma y vender una pastilla (la ritalina) que genera millones. Ahora, incluso, se les saca certificado por discapacidad para que el Estado pague la medicación. Le estás poniendo la etiqueta “vos, nene, estás trastornado”, por un problema genético, y por lo tanto eso produce un cliente de por vida. Pero si se te va la fiebre no quiere decir que se te vaya la infección. Los mismos chicos la llaman “la pastilla para portarse bien” o “la pastilla para que te vaya bien en la escuela”. Nos preocupamos porque se vuelven adictos en la adolescencia y no nos quejamos cuando toman una droga en la infancia que tiene sus efectos: disminuye el apetito (he visto a un chico de primer grado bajar siete kilos), trae dolor de cabeza y retraso de crecimiento.
¿Hay problemáticas de género que se tapan con la medicalización?
–La violencia doméstica aumentó y se nota. Los chicos lo trasladan a la escuela. La famosa violencia escolar remite a la violencia social y a la violencia familiar. Los chicos no son violentos porque sí. Françoise Dolto decía que detrás de un niño agresivo hay un niño agredido físicamente o simbólicamente. Y este fenómeno de la medicalización, que empezó en las escuelas privadas de Zona Norte, se da en sectores medios y altos porque el pedido de socorro no es escuchado. Mientras que, en verdad, una niña es un síntoma de su familia: hay que contenerla, no discriminarla ni etiquetarla. Y ofrecerle una ayuda.


Salud mental: el desafío de superar estigmas, prejuicios y el abandono

Domingo 26 de Septiembre de 2010
Fte: www.territoriodigital.com


POSADAS Y BUENOS AIRES.
“La locura es la única reacción sana para una sociedad enferma”, afirmaba a mediados de la década de 1970 el destacado médico psiquiatra húngaro Thomas Szasz. En los tiempos que corren, de acelerados y vertiginosos ritmos de vida, competencias salvajes, ambiciones materiales, individualismo y frustraciones solitarias, los trastornos mentales son casi tan comunes como las gripes o las alergias. Entre las afecciones más frecuentes de la sociedad moderna se encuentran el estrés, la ansiedad, la depresión, la angustia, las adicciones, la violencia y los desordenes alimenticios. En menor medida -aunque en aumento- también están los trastornos severos: demencia, Alzheimer, esquizofrenia, psicosis y neurosis.
Según estimaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), mil millones de personas sufren en todo el mundo enfermedades mentales y trastornos neurológicos -lo cual representa la sexta parte de la población total del planeta- y se prevé que aumenten considerablemente durante los próximos años. Las enfermedades mentales representan el 12,5 por ciento de todas las patologías, un porcentaje superior al del cáncer y los trastornos cardiovasculares.
Datos de la Organización Panamericana de la Salud revelan que el alcohol y la depresión son los principales problemas de salud mental en el mundo, seguidos de otros como la esquizofrenia, el parkinson; las demencias y la epilepsia. Pero no sólo eso, los desordenes neuropsiquiátricos ocupan el primer puesto entre las problemáticas de salud mundial, seguidos por las lesiones (accidentes, violencia) y el VIH. 
En América Latina y el Caribe existen 110 millones de personas con enfermedades mentales. De ese total, el 80 por ciento no accede a tratamiento. 
Se estima que una de cada dos personas precisará a lo largo de su vida asistencia por algún tipo de enfermedad mental. Sin embargo, tanto los pacientes como sus familias continúan siendo víctimas de la estigmatización social, consecuencia de los numerosos y antiguos mitos y tabúes instalados en torno al tema. 
Especialistas advierten que esta situación discriminatoria dificulta el diagnóstico precoz, el tratamiento adecuado y continuado y el disfrute de políticas sanitarias y sociales, en igualdad de condiciones que el resto de los ciudadanos. 
“Todavía hay muchos mitos y prejuicios por romper en lo que refiere a salud mental y surge de los mismos equipos tratantes de Salud, porque son los más resistentes a los cambios”, reflexionó el médico psiquiatra Germán Britch, coordinador del programa de Salud Mental en Misiones. 
“Lamentablemente, en materia de salud mental todavía estamos muy atrasados. No solamente a nivel país, sino en el mundo. Porque prácticamente hemos expulsado a las problemáticas que nos cuesta comprender, que muchas veces representan tabúes, nos parecen irracionales, diferentes. Y en vez de comenzar a producir nuevas respuestas para entenderlas y resolverlas las hemos desplazado a lugares especiales, como es el caso de los hospitales psiquiátricos”, expresó a El Territorio la médica psiquiatra Graciela Notella, directora del Programa de Trastornos Severos de la Dirección de Salud Mental (DSM), que funciona bajo la órbita del Ministerio de Salud de la Nación (Ver página 10).


Desmanicomialización
En Argentina, según datos de la DSM todavía existen manicomios públicos en 13 provincias, con 10.500 camas de internación. Misiones es una de esas jurisdicciones. En la tierra colorada todavía funciona de manera activa el hospital psiquiátrico Ramón Carrillo, donde actualmente existen 47 pacientes alojados. La cifra, sin embargo, va en notorio descenso, ya que disminuyó un 200 por ciento desde el año 2000. 
Por día, el consultorio de dicho centro asistencial recibe unas 150 personas, que llegan con cuadros  de angustia, depresión, psicosis y otros trastornos. Se registra una mayor cantidad de mujeres que de hombres, y la cifra va en aumento, según informaron desde el nosocomio.
La “desmanicomialización”, o cierre definitivo de los manicomios, es la política a largo plazo planteada desde el Ministerio de Salud de Misiones (Ver página 9). El propósito es alcanzar el tratamiento ambulatorio para los pacientes que requieran asistencia psiquiátrica por patologías severas.
Mientras tanto, desde el Estado buscan consolidar equipos multidisciplinarios de trabajo en salud mental en todos los centros asistenciales de la provincia.
Uno de los principales problemas que deberá superarse en la tierra colorada para alcanzar los objetivos trazados es incrementar el número de profesionales psiquiátricos, cuyo déficit impide extender la asistencia especializada a todo el territorio provincial.
El Subsecretario de Salud de Misiones, Oscar Herrera, sostuvo que por la falta de especialistas en psiquiatría “se trabaja más bien con psicólogos y licenciados, que fundamentalmente focalizan las acciones en la prevención”.
El programa de Salud Mental de Misiones puso en funcionamiento hace un mes un área de asistencia a pacientes con trastornos mentales en el Hospital Escuela de Agudos de la Capital provincial. “Lo que se busca, la tendencia es ir conformando equipos en todos los hospitales, para que los pacientes con trastornos neuropsiquiátricos o con problemas de salud puedan ser internados y asistidos en cualquier hospital y con ello trabaja el gabinete de lo que es salud mental”, aseguró el funcionario. Las acciones responden a una política de la cartera sanitaria nacional que promueve la inclusión de la Salud Mental en los Caps y hospitales generales del país.


¿Qué es la salud mental?
Según el Ministerio de Salud de la Nación, la salud mental está determinada por la capacidad de cada persona de disponer y/o generar recursos subjetivos para abordar las situaciones conflictivas en cada momento y lugar. Cuando esta capacidad se ve dañada u obstaculizada, la persona queda en situación de desamparo psíquico, sin protección ni recursos.


El Ministerio de Salud busca el tratamiento ambulatorio

POSADAS. La “desmanicomialización” es la política a largo plazo planteada desde el Ministerio de Salud de Misiones. El propósito, es alcanzar el tratamiento ambulatorio de todos los cerca de cincuenta pacientes que se encuentran internados actualmente en el hospital Carrillo, único centro asistencial psiquiátrico de la tierra colorada.

Otro objetivo que se pretende alcanzar desde el Estado es conformar equipos multidisciplinarios de trabajo en salud mental en todos los hospitales de la provincia.

Desde hace un mes, el programa de Salud Mental de Misiones trabaja en el Hospital Escuela de Agudos, donde ya se asiste a pacientes con trastornos mentales.
Uno de los principales problemas que deberá superar el gobierno provincial para alcanzar los objetivos trazados es incrementar el número de profesionales psiquiátricos, cuyo déficit impide extender la cobertura a todo el territorio de Misiones.
El Subsecretario de Salud, Oscar Herrera, sostuvo que por el faltante “se trabaja más bien con psicólogos y licenciados, que fundamentalmente trabajan con lo preventivo”.
“La tendencia es ir conformando equipos en los hospitales, para que los pacientes con trastornos neuropsiquiátricos o con problemas de salud puedan ser internados y asistidos en cualquier hospital y con ello trabaja el gabinete de lo que es salud mental”, aseguró el funcionario. 
Respecto al cierre definitivo de los hospitales psiquiátricos, Herrera señaló que “es una política nacional y Misiones sería una de las primeras provincias en implementarlo y ponerlo en marcha. La idea es evitar la internación en hospitales psiquiátricos, es tratar ambulatoriamente a los pacientes”.
Indicó que el trabajo en prevención de trastornos mentales “es el desafío más grande”. Y sostuvo que debe focalizarse en los diferentes barrios de la ciudad de Posadas y en el interior de la provincia, “sobre todo en las ciudades más grandes, donde estamos viendo la mayor cantidad de abuso y de violencia familiar”.


Mitos y prejuicios
Por su parte, el director del hospital Ramón Carrillo y coordinador del programa provincial de Salud Mental, Germán Britch lamentó que “todavía hay muchos mitos y prejuicios por romper en lo que refiere a salud mental. Y surge de los mismos equipos tratantes, porque son los más resistentes a los cambios”.
Analizó que “hay un dicho popular que dice que ‘no hay salud mental sin salud’. No es que exista una salud mental y una salud física. Es un mito dicotómico-dialéctico falso, que es eterno. Podemos posicionarnos en un sistema que es multidialéctico. Hay otras alternativas, ‘el cuerpo es la mente', podríamos decir, entonces la creación de dispositivos de salud mental deben ser incorporados a cualquier efectivo de salud”.
Además, sostuvo que la temática involucra necesariamente “la participación ciudadana, la comunicación entre la gente, la circulación de la información, la posibilidad de hablar de cuestiones cotidianas”.
Britch consideró necesario “cambiar ciertos paradigmas, para que la gente aprenda y conozca a trabajar ambulatoriamente, facilitar el alta de los internados y también crear dispositivos intermedios, para que esto se vuelva realmente operativo y no quede solo en Posadas, sino que alcance a todo el territorio provincial”.


“Hay que naturalizar los trastornos”
“¿Quién no tiene un amigo, un familiar, un conocido con alguna problemática mental? De angustia, depresión, ansiedad... bueno, lo tenemos que naturalizar, porque es parte de lo que nos pasa. Esconderlo produce muchas veces más enfermedad y más trastornos”. Así lo manifestó la médica psiquiatra Graciela Notella, directora del Programa de Trastornos Severos de la Dirección de Salud Mental (DSM), del Ministerio de Salud de la Nación. 
La funcionaria nacional observó que “muchas veces llegamos tarde para poder resolver situaciones porque escondemos lo que nos pasa, y lo escondemos porque nos da miedo ser censurados por la sociedad, cuando en realidad la problemática mental es quizás la más frecuente de estos tiempos”. 
En charla con este diario, la experta analizó: “Salud mental es todo. Tenemos que incorporarla, y para que eso ocurra hay que llevarla a los centros de salud y a los hospitales generales”. 
Asimismo, resaltó la importancia de diseñar nuevos dispositivos de contención y asistencia para personas que hayan sufrido experiencias traumáticas. “Los que han perdido su familia, su casa en un incendio, y no tienen una red de contención, esa es otra de las tareas fundamentales de Salud Mental: poder colaborar en organizar la red social de cada persona, porque estas personas necesitan afecto, trabajo, contención”. 
Notella contó que si bien existen algunas provincias del país con leyes que promueven e impulsan la salud mental en el ámbito público, “todavía no existe una Ley de Salud Mental a nivel nacional y por eso estamos intentando consolidar un marco jurídico que defienda los Derechos Humanos de las personas con trastornos mentales. Es un proyecto que ya tiene media sanción en la Cámara de Diputados y cuenta con el apoyo de muchísimos sectores”, resaltó.
La directora del Programa de Trastornos Severos contó que la propuesta de la DSM está enfocada “en el trabajo de salud mental de Derechos Humanos, a las personas con padecimientos mentales”. 
Además, enfatizó las acciones centradas en la atención primaria de la salud mental “y en especial el trabajo de una red de servicios con base en la comunidad. Es decir, que las personas de las distintas poblaciones dispongan de servicios accesibles y efectivos que les permita mejorar la calidad y la atención en salud mental”. 
En ese sentido, indicó que uno de los objetivos principales del programa nacional es que los territorios “tengan una mayor accesibilidad y disponibilidad en lo que refiere a atención en salud mental. Empezando por los lugares más cercanos de los pobladores, un centro de salud, un Caps, cercano al domicilio de las personas que pueda tener también una oferta de salud mental”.



“Tampoco la pavada”: voces especiales al aire
Desde hace casi cuatro años, un grupo de pacientes del Hospital Carrillo produce y conduce un programa en FM Universidad

POSADAS. Cada semana, y en apenas media hora, tiempo que dura el programa “Tampoco la pavada”, que se emite -grabado- por F.M Universidad de la Capital provincial los miércoles de 13 a 13.30, se escuchan mensajes que resaltan los derechos de las personas con capacidades especiales, sus  problemas, dolores, esperanzas, alegrías y sueños. 

Todo en sustanciosos treinta minutos, que trascurren entre risas, chistes y canciones. Los productores y conductores  de la propuesta radiofónica son los propios pacientes con trastornos mentales que asisten a la Escuela de Educación Especial 3, que funciona en el predio del Hospital Ramón Carrillo.

La idea surgió a principios de 2007, por iniciativa de la profesora en Educación Especial Paola Kelm y el técnico electrónico Ernesto Pais, quienes se plantearon  ofrecer un taller de radio para las personas que concurrían al centro educativo.
“Nos inspiramos en la experiencia de ‘La Colifata’ (Ver Una experiencia...), y otros proyectos similares, vimos los resultados que obtenían, y consideramos que era ideal para esta escuela, porque nunca se había desarrollado algo así aquí”, recordó Kelm.
“Primero experimentamos con un grabador, a ver qué nos decían y cómo hablaban y los resultados fueron increíbles. Nos entusiasmamos muchísimo, avanzamos con el taller y un día acercamos el proyecto a Radio Universidad, donde lo aceptaron encantados”, señaló.
 Según expresó la coordinadora del taller, en el espacio “hablan de lo que les pasa o cosas que a ellos les interesa comunicar a la gente”.
Indicó que los grupos que participan del espacio van variando con el tiempo. Durante los últimos tres años, decenas de pacientes que permanecen internados o son asistidos de manera ambulatoria en el Hospital Carrillo, colaboran activa y entusiastamente con el programa radial.


Oportunidad
La aprobación de la Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual representó para los talleristas una oportunidad para buscar con posibilidades reales, un lugar en el dial con una radio propia. En ese sentido, Kelm contó que la idea es levantar una radio en conjunto con otras instituciones de educación especial de Posadas, con el objetivo de construir espacios de comunicación propios para las personas con discapacidades mentales de todas las edades.


Una experiencia pionera en el mundo
La Colifata es una ONG que brinda servicios en salud mental utilizando los medios de comunicación para la creación de “espacios en salud”; además, desarrolla actividades en el área de investigación. Es comúnmente conocida como LT 22 Radio “La Colifata”, la emisora de los internos y ex internos del Hospital Borda de Buenos Aires. Es la primera radio en el mundo en transmitir desde un neuropsiquiátrico. 
Su misión es producir conocimiento en el cruce de campos de la salud mental y los medios de comunicación, y desarrollar espacios concretos de intervención para trabajar en la disminución del estigma social hacia personas que han sido diagnosticadas de algún padecer psíquico, con el objetivo de lograr una sociedad más tolerante e inclusiva; promover en los pacientes, recursos simbólicos y favorecer procesos de creación de lazo y producción de autonomía hacia una vida social integrada, saludable, digna y en el ejercicio de sus derechos ciudadanos.



Escuela de talleres, para la contención y la formación

POSADAS. Desde hace 52 años, la Escuela de Educación Especial 3 funciona en el predio del Centro de Rehabilitación en Salud Mental “Dr. Ramón Carrillo” de esta ciudad. Un total de cincuenta alumnos jóvenes y adultos, internos del nosocomio y alumnos externos, participan diariamente de los numerosos talleres que se ofrecen en la institución.

Por la mañana y por la tarde se brindan propuestas prácticas integrales, que buscan atender las necesidades e intereses de los educandos.

El propósito planteado desde el establecimiento educativo es contribuir a la psicoterapia médica desde un lugar pedagógico, que permita rescatar los valores de los pacientes, a través del desarrollo de acciones de orientación laboral que les otorguen habilidades para que se desenvuelvan en su medio social. 
Es así que de lunes a viernes se ofrecen talleres de carpintería, huerta, peluquería, danzas, pintura artística, dibujos, bordado, radio, arte y decoración.
María Mabel Rojas, directora interventora de la Escuela de Educación Especial 3, contó a El Territorio que “el mandato fundacional de la institución siempre fue trabajar con pacientes residentes internos y ambulatorios del Hospital Baliña y Carrillo. Estamos trabajando desde un lugar pedagógico terapéutico, para que los alumnos puedan tener su estadía más placentera, y que se puedan beneficiar con una oferta educativa”.
Consideró relevante tener en cuenta que “cuando vuelven a sus hogares, no son conocidos como las mismas personas, entonces desde la escuela lo que tratamos de hacer es ofertarle una actividad en la que ellos puedan seguir desenvolviéndose en la familia”.
Asimismo, valoró: “Tenemos alumnas que aprendieron muy bien algunos oficios, y hoy son sus fuentes de trabajo”.
“Nosotros trabajamos también con alumnos que ya fueron dados de alta, porque vienen a la institución para seguir formándose en distintos oficios”, agregó.
Rojas sostuvo que “el desafío se da en el día a día”. Y expresó que como proyecto futuro “la idea es que podamos tener un trabajo interrelacionado con Acción Social, para promover proyectos que beneficien a las personas con discapacidad, y que nuestros alumnos puedan ser beneficiarios”.


También atención a niños
Además de brindar atención a los internos del Hospital Pedro Baliña, la Escuela Especial 3 cuenta con un área de configuración de apoyo pedagógico “Centro de Atención Integral a Niños con necesidades educativas especiales”, al que asisten alumnos en turno opuesto derivados por las escuelas aledañas.
Asimismo, concurren profesores de Educación especial a las escuelas 835, 806, y al Centro de Desarrollo Infantil “Santa Rita”, en distintos días de la semana, a fín de brindar atención a aquellos alumnos que lo requieran de acuerdo a sus dificultades.